Es, quizá, la frase que más hemos oído cuando algo que hemos hecho o estamos haciendo no es acorde con lo que quien la pronuncia (generalmente en tono inquisitivo) opina. Y abrimos los ojos con cara de sorpresa, o agachamos la cabeza del mismo modo que un perro responde ante lo que considera un castigo escondiendo el rabo entre las piernas.
Desde que nacemos, prácticamente, la sociedad en que vivimos se encarga de llevarnos por el camino de lo "normal". Por supuesto que cuando uno es un bebé o un niño pequeño no cuestionará lo que aquellas personas con "poder" sobre él/ella le están inculcando. Quizá en algún momento comience a tener dudas, a no comprender, a sentir por dentro que algo no va bien... Y, con el paso del tiempo, llegará algún momento en que esas dudas o incomprensiones le pongan en la disyuntiva de la pasividad o el salto a la "rebeldía" y a actuar en contra de aquello que tiene delante.
Quedarse atrapado o romper cadenas y candados para liberarse...
Nacen nuevas opciones: ir en el camino que los demás marcan o buscar cada uno su propio camino defendiendo lo que considera tan válido o más que aquello que han querido grabarle en la carne a fuego. Dejarse guiar y aceptar como única posibilidad lo que le han estado inculcando, o romper con todo y forjarse su propio destino, sus decisiones, enfrentándose a todo lo que su "mundo", su entorno, le han ido marcando desde siempre. Y responder:
*¿Quién eres tú para decir que lo que yo hago no es normal?
*¿Acaso tú tienes la verdad absoluta?
*¿No piensas que eres tú quien podría estar equivocado/a y que lo que tú consideras normal resulta que no lo es?
Depende de cada uno de nosotros el camino que vamos a seguir.
Maullar, ronronear o sacar las garras o las uñas... o quedarse callado y ¿consentir?
Ahí queda.
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- Oye ¿te parece normal eso de no llevar chupete?
- Pues yo no sé si lo normal es que vosotros no tengáis antenas en la cabeza...
lo que jamás hay que hacer es tomar decisiones inconscientemente autodestructivas cuyas nefastas consecuencias se vuelvan contra uno mismo en el futuro.
ResponderEliminarlamentablemente el ser humano no es una isla. al final nos termina afectando lo que hacemos.
besos.
Hola Draco! Muchas veces es que ya ni se toman decisiones, uno se deja llevar y punto. ¿Motivos?, tantos y tan variados como personas... Yo creo que hay que mirar bien adentro de uno mismo y averiguar qué nos mueve, o encontrar algo por lo que sí valga la pena "moverse", que lo hay, que la vida sí tiene sentido aunque algunas veces lo de "hacer el vago"; puede venir bien un tiempo para despejar mente y cuerpo. Biquiños, querido amigo!
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